El consejo más importante para afrontar una ausencia en Navidad es que no te limites. Cada persona va a reaccionar de diversas formas a la hora de gestionar los recuerdos sobre un ser querido, que en estas fechas son más notorios que nunca. Incluso puede que reacciones de una forma que ni siquiera tú esperabas. Y lo más importante en cualquier caso es que te dejes llevar. No te avergüences ni te limites. Compartir y desahogarse será el primer gran consejo, pero no el único.
Afrontar la ausencia con libertad
Como decimos, cada persona es un mundo. Habrá quien prefiera hacer que no pasa nada. Otras sin embargo necesitan comentar y traer al recuerdo la persona que están echando en falta en estas fechas tan familiares y relevantes en lo personal.
Y, repetimos, cualquier forma de desahogo será válida. El primero que no debe limitarse es uno mismo. Siendo muy útil que el resto de acompañantes faciliten y comprendan esas necesidades de comunicación.
Es decir, si alguien de la familia prefiere pasar las Navidades fuera del ambiente habitual sería interesante que el resto lo respetara y facilitara esta decisión. Del mismo modo, habrá quien desee hablar y llorar la ausencia, y los acompañantes deberían apoyar y favorecer esta forma de desahogo, pues no todo el mundo gestiona las emociones de la misma manera. Ni lo hace al mismo ritmo.
‘Entrenamiento’ para las reuniones familiares
Otro de los consejos más útiles para afrontar una ausencia en Navidad es imaginar cómo será sin esa persona. Esto nos ayuda a prepararnos para vivir el momento con una mayor madurez emocional, al haber ‘trabajado’ el reencuentro con los recuerdos que nos llevarán a acordarnos de la persona que ya no se encuentra con nosotros.
En este sentido, es interesante revivir cómo será una comida, cena o reunión familiar con una ausencia marcada de por medio. En varias ocasiones, y dejándonos llevar por ese momento imaginario.
Lo más probable es que nos emocionemos, lloremos, incluso nos enfademos. Se trata, como decimos, de madurar una situación complicada. Y con este proceso estamos consiguiendo avanzar hacia una convivencia sana con el recuerdo hacia un ser querido al que echaremos de menos.
Ir al psicólogo para afrontar una ausencia en Navidad
Numerosos famosos han reconocido en los últimos tiempos que acuden al psicólogo de forma habitual. No sólo para tratar una situación puntual, sino para aprender a gestionar emociones, actitudes o actuaciones que tenemos en nuestro día a día y que nos gustaría aprender a gestionar mejor. Del mismo modo que vamos al gimnasio para entrenar nuestra mente, podemos acudir al psicólogo para aprender sobre nuestras emociones.
En este sentido, ir con semanas de antelación a un psicólogo para explicar cómo nos sentimos sería otro de los grandes consejos para afrontar una ausencia en Navidad.
No te sientas mal por ser feliz
Dentro de las emociones que vamos a vivir, lo más probable (y deseable) es que vivamos también momentos de alegría. Algunas personas añaden cierta culpabilidad por ‘permitirse’ ser felices en esos instantes, presuponiendo que al ser las primeras navidades con una ausencia relevante tienen que mostrar tristeza.
Del mismo modo que antes hablábamos de permitirnos llorar, también debemos permitirnos reír. Si has venido trabajando con antelación el momento de la Navidad, es probable que tras la pena vayan floreciendo recuerdos positivos:
- Una receta que siempre elaboraba... - Uno de sus comentarios habituales… - Un chiste…
Afrontar con una sonrisa estos recuerdos son un síntoma de que se está gestionando adecuadamente la falta de ese ser querido. Del que nos acordamos desde la felicidad de haber compartido con él buenos momentos y experiencias.
Por supuesto, también nos referimos con felicidad a instantes que no tienen que estar directamente relacionados con la persona a la que echamos en falta. Las fiestas Navideñas son momentos de alegría, y también debemos disfrutar de ellos de forma sana, sin que eso signifique una falta de respeto hacia la persona que ya no está con nosotros en estos momentos.
Implicar a los niños
Los niños forman parte de la familia. Y es muy recomendable hacerles partícipes de cualquier actividad que nos lleve al recuerdo de un adulto que ya no está con nosotros. Incluso normalizar el llanto o dejar fluir las emociones con naturalidad, si se realiza desde una perspectiva sana, fruto del recuerdo.
En este caso, apoyarse en los más jóvenes de la casa tendrá un doble beneficio.
En primer lugar, pueden servirnos de trampolín para continuar celebrando las fiestas con la mejor de las energías.
Pero, además, les hacemos partícipes de nuestro espacio social. Permitiéndoles conocer más en profundidad cómo era esa persona que ya no está con nosotros. Recordando enseñanzas que les pueden aportar y generando una base sólida y sana para afrontar este tipo de duelos que, esperemos que en muchos años, tendrán que afrontar en algún momento de su vida.